Extraña dulzura

Ya se va la semana hacia otro mes picando al vacío, Montevideo extrañara su olor de Ararat, ya no habrá tanta palabra en la nada que crea rulas en el libro pendiente de la inquietud abrazada a la enana fascinación de cada vueling dulcineo sobre esta sopa de pescado de tantas literaturas de la locura de la vida en la plaza con el perro dando vueltas por toda la galaxia parecida a una extraña dulzura. Dulce o salada como salga la página de la vida en este regalo de decir; escribirle cosas que saltan como el rifle Pandiani; como venga la errada caricia en la prosa, en el verso, en envase de cartón de leche, en cualquier ordenador, todo oscuro todo verde cotorra todo a ras de su gatito buscando la claridad de las palabras que dibujan este mundo tan equivocado y con el rostro buscado por Dios que no trabaja más con nosotros, aunque en realidad no sabemos quién sos, quienes somos que punto equivocado somos donde se mezclan los infinitos y las historias que no valen nada en la inmesidad de las galaxias agarradas de un pelo y a pesar de ese eterno besar sobre las tempestades no hubo duda ni entrega de diploma ni vientos amanerados; el amor quedo temblando ante la foto celosa de la calle.