Ni verga ni viagra

Bolinchongo, cara de profesora de catequesis, muy ardiente, me masturbó debajo de la enrredadera que también se masturba al verme hablar, en el humo del porsche volvemos a coger como quesos en la mente parados entre los envases, detrás de la reja traga semen la vida, después se vuela en un taxi, pasan religiosos dulzores para más en el asiento de su gasoil, dura la noche de oreja a oreja no sale se queda viéndo boxeo sin verga sin viagra sin alcohol ni nada que ver. Adicta la noche ha desnudarte viene a comerte las carnes a curarte con la lengua a pedir otra porción de flan de huevo de la casa, espeluznante gota de tomate y lechuga y a coger otra vez, a acabarnos otra vez y a salir volando con el colchón y un balde, a salir como dos hojaldres de salmón en la pepa que se abre para un 69 con historias de culo y paja. En el resto no hay más dice la libreta de las anotaciones de ella, no se donde estará, en que delirio ahora, en que carpintería dentro de cuál desodorante estará hoy para abrir libros, llenarlos de estornudos y garabatos.