
No ríe el cielo para nada ni disfruta del desconcierto, la luz de la calle esta hecha polvo y te deja un primer abrazo corto con nylon, gamuza y un mostrador con un camión y las nubes deseosas follan entre ellas mientras se regalan otras nubes, se despiden en el bidet los muslos que llevan este soneto; gotéa una permanente caricia de cuatro calles hacia tu sofá que vuelve a besar mi nariz a pesar de haberse cansado de ella demasiado poco tiempo para atender el mensaje sin maté y sin futból y que ya ha salido de esta librería que mira este orgásmic rol multicolorete de la excitación que asoma su otra nariz entre la vibración del disfraz del placer y sus aromas.
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