Exquisita virundela

De afuera o de adentro la rutina crea su ranura y su acomodo en la mesa 6 donde la lectura alegre se reactiva en el desvelo de la ola que no va a decir nada y te escucha en la lana de la masturbación que busca susurros en la memoria llena de imágenes y que en ese universo paralelo se encuentra con el apetito en tu cintura con la nata que espera tu boca de miércoles y este papel sin labios ni brazos ni ojos ni una figura de recambio para escribir algo que se va descolorando en brutales deseos que conversan mentalmente y quedan en llamar quién sabe cuando o en tocarnos el pelo cualquier tarde. La nariz asoma una pereza reseca que busca tu salmón noruego y entra en el espacio de la piel dentro de tu carne azul que cuelga en carcajadas y se acuerda de usted encantada toda la casa del otro lado del reflejo del otro lado del tiempo ahora del otro lado de este teatro. Ahora ya es plástico gris doblado con el serrucho y los ratones y en todo caso el tiempo saca su gran pene que acomoda irresistibles masitas en el cosquilleo bloqueado definitivamente cerrado sin orgasmos ni turrones del silencio acostado panza arriba. Se besan sin erección algunos recuerdos calientes, se rechazan otros que se conocen y nunca van igual las ganas ni las ofertas ni las misas ni las sonrisas ni el placer, se van al fuego los polvos desde el sofá, quieren más los tipos de calentura que se vuelven eternos y no se explican, todo es cuestión de discreción de la exquisita virundela y las delicias de los excesos.