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No pintó siesta ni otra cama solar ni un bikini, res esvitrik ugül näim tuturk, ringüi rangüi y motor 28042 p.m. sin vuelo hacia Montreal y Quebec y nada de cocina ni mandarín; pero gracias a Juan de Dios Felisberto y a esta tarde conocida en la casa ahora pasamos de un centro de caritas rosadas de la augusta de Barna hasta otro cerca de nuestro centro nuclear de donuts y gambas acá en fuerte apache cerca de donde vive Urik Beetretreredgián; acá bajamos las ideas del auto con todas las vacas y novios elegidos de la equivocación, la vida agrega risas en ese lugar; somos un póleo menta y un cortado, somos las cosas de la casa, somos este arból, esta mesa verde, aquella bicicleta, esta luz, somos sobre todo del sofa y del cactús de Isidro y de los chinos; somos el silencio esté ahora a dos kilómetros mirando el cielo, mirando el tiempo y contando los diás para volverte a festejar; ahora la obra escapa hacia el adiós, flotando premiados en una nube que es la mesa y el auto y la calle y la nada, vamos los dos corriendo nubes y camas y mesas y pensamientos que extienden los brazos; somos las caricias eléctricas que se morfa el peyote al lado del televisor y carnes y vinos importados de Uruguay que abren otras nubes y mesas y servilletas llenas de manzanas y cigarros. Ahora repta la tarde, repta en cuatro patas su sprin final hacia otro sueño, hacia otra playa, se queda la distracción esperando otra almendra, otra nuez y entonces en ese no saber para donde volar asoma ella nuevamente otra vez su espalda de abacaxi entre dos gigantes elefantes que guiñan al pasar a todo el equipo femenino de voley de Cuba que viaja en el mismo avión. Ahora me voy, en mi mente dan vueltas un montón de proyectos dulces, ombligos en el ojo de la cerradura; dos dedos te tocan el pelo con todas las canciones de Dario y del Cheff Essieri y apagó la luz.