Óleo

Otro croissant nace, otro trip; la calle es un gigante zapallo, yo estoy en la cabina cuatro como un cuadro de Marylin, como una noche en tu cama, como un huevo comiéndo un cuerpo, veo nacer la sosa luz del enorme pastel del aire del mundo, me silban las ventanas vecinas como taxis peruanos, sus caras triples de sandwich helado, sus ojos verdes, sus tardes caras; la cocina me mira como encantada y desconfiada, reaparecen luces de la basura como ángeles, salen, se visten y se van con otro pastor, me acercó a esto y te escribó como perpetrando un trabajo fino de la mafia armenia del amor y sus alfajores que andán lejos para vos; entre limoneros ladra el sol su cuerda sexta de Darnauchans, su cerdo al calvados con manzana de Ferrán de Aiguamolls; se acercan fotos de New Yersey, de París, vienen verdaderos wokis de ternura en esta obra de conocer tu acqua de Gio tu Channel seven tu Doctor Selby tu masa para pastafrola de setenta gotas de óleo, la agotada colección de susurros recuperada de la voz de la oscuridad, la lírica del olvido, la entrada en tu belleza con importantes becas, los edificios de medias can-can del gato hidráulico de la sustancia y el bisturí en este vuelo; los apaches de la mano, los últimos nómadas del bosque y nada mas, todo esta en el sueño, esté esté cric-crac de las tripas de un producto en un bigote detrás del gel que te pinta de crema decenas de labios que pasaron entrando sin saber a través de una mirada china armenia de chajá todavía loca en este relato que me pide con una mirada quedarse un minuto mas mientras no venga la entrada a publicar ni las tormentas ni los tsunamis de la soledad en este cuarto cuadro y su inquietud dando vueltas como ciega.