Cuatro sonetos en el baño

Un huevo con terrible skate pisa la peluca de la calle enana, las nubes estornudan sobre el abrochado bombacho escúpido en un florero de esta pieza de pan que no puede ver que pasa; donde fué, qué pasó, donde fué ese gasto de la flor; ese total gesto esculpido de su espalda imaginada que nombra su carne viva cortada para novias y esperas maravillosas que miran los pájaros de zinc volar las ventanas de la memoria; una señora rara se abraza del televisor que pesca una gripe ya anunciada, ellos estan ahí, nadie estornuda, todo el mundo a la vez sobre el sofá mira la foto, es una batalla campal, la cocina contra el sofá y el armario contra el televisor que tiene tres helicópteros multinucleares y salva sus piernas, una polilla pide una aspirina, con el paso de los minutos la fiebre se apodera de una bisabuela dentro de su cara de toro eléctrico, baila la fiebre en su nariz en la muda lágrima de un temblor, los sonetos miran tranquilos; ha bajado mucho el mercat del enloquecimiento del florero que se agarra de la cama, ellos son nuestra tranquilidad lo sabe el silencio de sobra, nuestra calidad de vida; traga saliva la habitación, las paredes estornudan la fiebre le clava un vulvo al tiempo, las flores traseras hablan solas, el espejo pide más, no queda mucho para hacer Ohannses y los tres peluqueros del espacio están muy concentrados, como de arvejas sus ojos, sus caras te buscan por todos lados; los dientes son de cucuruchos de algodón, cuatro alfajores se confunden con la fiebre, las sienes salen de las sienes con huevos pequeños con caramelo, dos entonces apretados porotos nacen entre los huevos que trajó mamá; raras mollejas que parece que buscan Cutty Sark, necesitan una sirena los segunditos con frío, las vueltas huecas paradas en dos patas piden un saque.