Querida nada

Querida nada, son cerca de las doce, el omelette ya esta en el fondo de la barriga supongo pensando en usted en esta matina maravillosa, en este momento en otro café gigante disimulado entre los perfumes que saludan desde la pared; esta bueno el día con su cara que sigue estudiando al tiempo; su majestad el tiempo, que es un crack y pasa como siempre puntual, pasa loco de la vida cada mañana cada madrugada, toca finales y se va con el amor con sus sombreros llenos de plumas de urus y cremas solares para que otro tiempo llegue a las 3 el miércoles, es una sonata este tiempo de espera encantada con todo, con sus gestos de olvido y de ganas de apretujarle a la salida de una fuga de los mossos y sigue revuelto el deseo esperando el aire libre con el silencio que saluda a los que saludan desde la pared y le desean buenas petitas vacanses. Anoche como todas las noches le ví en el sueño y le busqué en la gran estación de la ciudad de la almohada y sus cuartos que no sé como se llaman ni número ni chip ni sé donde trabajo; hay muchas ganas del aire por verle, frente al mar frente al sol frente a la biblioteca, verle bajar del plato volador en la terraza de Martín, en este balcón tricolor, en este pesebre del primero tercero del loft del porsche del cielo de Sant Cugat en este sueño en este libro vol. siete, de nosotros; del profundo misterio del amor sin saber nada de esta nada que es la felicidad y todo el tofu que tengo, las milanesas de la vieja, los frascos esperando un rostro, los gajos de naranjas, el pico del vaso, este abrazo que le dejo debajo de la alfombra de Ikea con tres besos, perfecto tacle de la ondulada caricia que le acaricia un tobillo. Yo no le pido nada como decia Idea, yo no te acepto nada le decia a Juan Idea, le decia que alcanza con que estés en el mundo, con que sepas que estoy en el mundo, que seas me seas, para qué todo.