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Le creo a esa blusa que cae de su espalda de la última porción de vida, esa marca que espera divorcio como un soutien en el universo que no sabe bien que talla tiene ni que color desea, y que es imposible saber cuanto va a durar esta siesta chupando recuerdos del deseo para fin de año de la ovación del silencio interno con los helicópteros y todas las madres del mundo, esta mirada de ferrari que se masturba al ver especialmente esa piel que uno extraña cada dos noches o cada mil euros y se queda mirando el aire que inflá esa noche y la mirada de esa noche que no dice nada, escribe palabras que salen detrás de la garganta que es un pueblo de pensadores del Ararat, creo que son los que sacan el sol cada mañana y que preparan sopa de calabazas para los desconsolados ejércitos de sueños de mi abuelo y siempre llega una oveja de la familia o amiga de mi mamá a invitarme con esferas y en ese patio interior de la nada pasa el especial del gaz con el sexo pidiéndo mas pan entre los dientes como una dosis de pastanaga a los tobillos, como culo, como concha, como barriga llena de atún y mayonesa que viene con chip´s y te presenta a su madre a su padre y a su novio, todos congelados, recién cortaditos en dados con aceite de oliva y disfrutando una miqueta del asco.