Cloroformo caracú

Ya no se precipitaban los chupones ni las mordidas, yá las gamberolis no pasan leche ni gotitas de carne por la penetración de la imaginación que vive empapada en cloroformo y caracú. Dada la falta de placer el aire se desliza con sus dedos que son delicias que empujan durante toda la comida, bajan enloquecidos los cuerpos en la distancia de esa dulzura que ensarta en la espera que también penetra de forma arisca. Sienten, desean la misma sensación de planear ensartados con lentitud, aunque por razones de la espera real, la delicia no aparece, solo se sueña entrar en su lesmeyunería y alcanzar el orgasmo en su cochecito hecho mierda un poco en broma un poco en serio, como un detergente espectacular que deja la ropa relinda, como este café 100% café y como un secuestro express lleno de besos jugosos encontrados a los apurones.