Telegrama

Hoy no voy a hablar de usted,
de cuanto se extraña en la piel,
ni del dulce mordisqueo asqueroso de la soledad.
Nadie va a cambiar absolutamente nada de un día para otro,
ni con todas las posibilidades usted y yo agradeceríamos tan poca dulzura,
la oportunidad a descuidos y olvidos, los indicios de los placeres contribuyendo a otro roce de yemas, las cuestiones en cada relación que no tienen punto ni comas ni por la ceguera o por esos flanes de naranja del amor con sus cremas curativas,
los mundos recalentados de la estupidez con sus palabras huecas, lo cual uno con el paso del tiempo algo va aprendiendo y merecemos descansar un poco para recuperarnos de la amputación. Planto armas, me voy a pasear, hasta el jueves que viene.