Sobre la mordedura de una oreja empezaron los osos de sus susurros con exquisita sutileza su vida encantada, trapecistas macumbas de los cambios con sus amantes, silencios llenos de cáncer y en esa sensación, cuando los anos están empapados llenos de vergas negras que decoran la ciudad, los dientes andan volando mi amor... la ceremonia previa del ensayo de la soledad y el dolor del aire a veces aprieta sin anestesia las lágrimas que el corazón se fuma en la decadencia, a la inversa de lo que puede ser el tema de la edad, del tiempo perdido y es el destino con sus masajes, que cuelga en el hilo que llega hasta tu cama para abrazarte dulcemente.
Después con el paso de los diferentes ensayos, él sigue con sus plantares, sus hilachas, sus mostradores, sus carrasperas, sus ocasiones que observan los efectos transitorios tales como dolor de cabeza, mareos, sequedad de labios, molestias gastrointestinales que, de todas formas, ese dolor desaparece al marcar unos números y en media hora toca timbre Roberta Close y se termina la paranoia.
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