Sunday, September 03, 2006

De alguna manera




De repente se le empezaron a amontonar alegres las preguntas a la altura de la nuez.
Por sus arañas y los diseños y las horas que pasan su café con leche
esperando una carta, una llamada, cualquier cosa de sus ojos rojos de esperas,
ahora agrandadas por la falta de presencia en el cementerio con lo que soñaron cuando se fueron a vivir juntos llenos de hermosos sombreros
a un bosque de perros abandonados y aromas de funeraria.
Ya fue, dijo mirando unas fotos, entre lágrimas empezaron las preguntas a dormirse y algunas pocas lágrimas se le apoyaron en el hombro, esa tarde no salió en el zeppelín por Montevideo, no era porque habían anunciado desmejoramiento en los mares del cielo, estaba triste, apagada con la vida, atornillada la cara de clavos su piel de madera, preciosa su sonrisa de cosa loca.
Y de sus libros sin leer, de sus mensajes sin escuchar, de sus ganas congeladas,
de sus amantes que no vienen en alguna nave a llevarla a la bienal de PANDO para disfrutar de relatos sobre COLOMBES, AMSTERDAN, MONTEVIDEO o RIO DE JANEIRO y para, disfrutar del mar entre cuentos y corazones, volver a volar otra vez por el sexto monte de este a oeste como una voz feliz de señorita.
Ella estaba como un cocodrilo rodeado por una patota, apretaba los dientes y las gambas prontas para partirle la espina dorsal, tragaba saliva como un asesino y cepillaba el gatillo, de reojo miraba qué hacía el sacerdote de sus niños, de momento tomaba un mate, mientras ella en un movimiento fulminante le quiso perforar la cabeza con un bistúri
que siguió su trayectoria y fue a dar a un espejo del café, en ese escenario de amor,
el ambiente -después de haberse tomado casi doce botellas de Fernet Branca- estaba
un poco hirviendo, voló una niña en una de las habitaciones, las personas empezaron
a sentirse mal, nadie estaba normal, no había papel, ni agua ni jabón y fue en ese preciso momento que le empezaron ganas de cagar al general Luigi Marchello Caubarrere y no pudo aguantar, se bajó los levis como en camara lenta, como descomponiéndose empapo de mierda la calle -EL SECRETO SENSUAL DE LA LLEGADA DEL AMOR- entre la luz de las estrellas y el olor a podrido que alteraba la respiración.

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