Saturday, September 16, 2006

bolso


El bolso ese día estaba con un pinzamiento y en cualquier momento se iba a escapar,
lo había decidido antes de salir para el ascensor cantando otro día como un zorzal, otro como Aznavour, ya estaba cansado de lo mismo de siempre: de sus aires de grandeza, de la soledad, de sus novios y de la pérdida de la bicicleta, de la falta de hacer tai-chi-chuan y de su dueña que siempre pedia el cortado con una gota de leche descremada corto de espuma con hielo y descafeinado con la leche mas o menos calientita con sacarina, que le producía una bronca difícil de digerir a otras carteras y piernas del ballet sirio libanés,
donde las abuelas de la tarde como preciosas joyas de chocolate suizo,
esperan la hora para ir a buscar las cremas para la cara,
en definitiva: extrañaba como un loco, se le notaba en su mirada, en sus visiones del silencio y fue cuando ella se fue al baño, que se dejó caer, sensual, como una vedette de cabaret ... ahora no seria lo mismo, como quien no quiere la cosa iba a pasar a otro horario, las estaciones serian otras, otras manos, otra función en la canasta familiar, otros orgasmos, otras grietas, era cuestión de unos minutos y le partió el alma no poder despedirse de las fotos, de los guantes, del paraguas y de la lámpara azul, de todas formas a los dos días nadie se acuerda de nadie, han cambiado los tiempos.

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