Monday, September 29, 2008

Setenta besos

Se acaba de levantar, va a almorzar, va colgado en el borde de la cama que es una insoportable preciosura de diferentes edades, colgando las venas con sus plantas y sus textos, separando libros, separando las caricias que todavía te esperan y separan otros labios sin cobertura que son como setenta besos con un poco de risa, no mucho más. Va a venir y seguro que vendrá con la abuela y la manzanilla para el ojo y se va a quedar mejor tarde que nunca, estoy requetesegura, sentada al borde de la cama que para ella es el mundo, el olor a chiquilina de la hija de siete mil camiones llenos de virgos y pasa el sol en bicicleta como una mierda de lancha de quinientos mil metros, se ve apenas entre el agua podrida que inunda toda la visibilidad y uno cruza la linea del espejo y se estrella contra su abrazo invisible del otro lado del suero de la ceguera sin hombros, sin razones para asumir proyectos o encantos con posibilidad de encontrar su caja de 500, 600, 700, 800, 900 y 1000 formas de enamorarse otra vez perdidamente de su curioso gusto a pan y tratar de hacerlo de la mejor manera todo este dolor de cabeza como si fuera un tajito, una dosis de confianza para que duela poco.

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