
Este horario le trastocó los tocos de cosas al sapo que pensaba ordenar un poco otras ideas con la mejilla de la soledad de la foto que es nuestra amada tan rara. Supongo con el tiempo que todo este tiempo de quietud el propio ollín de la quietud lo va convirtiendo en alimento en tu boca difumada sobre los cálculos de los celos. En ese momento los ojos se cerraron como tapas gigantes y la mente saco su perfomance mediocre en materia de marco geopolítico y se besaron como aviones las caras difuminadas de la mentira con babero, con barcos y con dulcísimo gemido que dibuja gotitas de semen sobre la pendiente del sueño que sube por tu pantorilla a la mesa y te comen todos los poemas y te chupan todos los diarios sin dejar de mirar por la ventana.
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