Duque

Otro croasant de krull veo desde mi botella de gripe al borde del cielo, en la punta de su lengua, veo que se observan todos los silencios con sus tres ambientes y sus majugas por el paseo de las exquisiteces. Los grandes edificios vienen con sus autos por el carrer avanzando en espacios reducidos para atender filigranas, moñas de manteca, edificios bajos y cementerios de pollos hasta que vós llegas con tus osos de alpaca y en ese momento tu auto estacionado en doble fila me pide mesa para dos como un peso pesado, un calificado, ni perejil ni poronga. Otro dia de croasant me da la impresión antes de abrir el porsche, de gripe dentro de la garganta y sus circunstanciales desinfectantes en pleno gargajo del deseo hacia el parquét que esta todo preparado al detalle para verlo entrar a la suite, verlo suavemente bajarse los Robbe di Kappa y solo verle el ombligo.