Friday, September 12, 2008

Dischino

El Palacio Salvo se sacó los lienzos cruzando el Orinoco y el Michigan, cerró todas las ópticas y comenzó a bambolearse en la gran concha del Rio de la Plata que a ratos parece una gran teta marrón; suavemente se movían sus lenguas sobre las antenas repletas de nucas del espacio y no tardó la ciudad de recuperar su sonrisa de otra pija de otra ternura que empezó a vibrar dulzuras estremecedoras que buscaban el mando del plus y no estaba ni él, ni su caballito de la televisión y no había ni besos, ni clítoris ni energía solar, solo el susurro de la Torre Agbar entrando con la punta de su sexo en la Tour Eiffel hecha un ovillo, una gota de malta, tres vacas, una boca chuquititita que te acaricia dormido el sachet y te da vueltas por Copacabana hecha un kiwi sin necesidad de chequing ni compras en el shopping ni el escozor de la cola.

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