Tintus paulist

Veo que el tiempo se apodera de cobrar lentamente el pedido, transforma todo, la ví, era otra cosa el tint, venía del agua como una alucinación, no puede verle los ojos pero pude olerle al final de la arena su espalda celeste, algo se perdía en la cara de un ángel en la curva del corto paseo, me miro antes de irse. Quería vernos el perro el tiempo que sea, los apuntes los encuentros con los amigos el anochecer hacen cualquier cosa para dejarme en otro contexto, los músculos se alivian la serenidad se estira y me rodea, alza un brazo me convida con un helado y los dos gozamos en la casa de nuestras raíces pensando en los apuntes que no se van, las imágenes borrosas las gloriosas mentiras como hace un mes o hace un año o la versión que inventa el adosado de su pared, mis dedos le sirven cafe en una tacita, sus dedos me piden escritos para sentirme, un grupo de manzanas la rodea, los argumentos no convencen a los piojos, ella entra él entra y se siguen desde un lugar lo que dura un cigarro, se carga de palabras la memoria que se revuelve con la oscuridad total, el atardecer se quita el vestido para verte en la ducha, alguien saluda a alguien en este momento que me voy a lo lejos; estructurado relato que se deja caer en su saliva, ya comienza a caer el sol.