La croqueta de los muertos

En el mostrador, si estás de un lado o de otro la mente se mueve para lo público o lo privado, Batman vigila el salón del cómic, una elefanta espera los huevos; un oso te extraña; en algunos instantes según el informante parece una obra de arte su paripeto paquidermo del hombre extraño que llama la atención su color de piel de otra avispa, de otra perita y su fragancia a otro hombre entre las islas de su zoo que permanecen en esa pelvis y abdomen de la ciudad de otra mujer azul con monstruos. Hay cochecitos de niños por debajo de las mesas que dicen papi, hay cosas ocultas entre mordiscos y risas invisibles, se puede bajar hasta lo mas ruin y encontraremos joyas, dudas que comen queso y secretas caricias; tendremos un concierto integral de Beethoven con la orquesta Polish Chamber Philharmonic, las localidades ya están a la venta, sigue el aire como una actriz; el mostrador y algunos clientes y casi todos los cuadros saben en los nidos que duermen las personas que después de unos segundos la muñeca de turno o la mujer rata duermen al bobito de la mesa del doctor, que tál las vacances? yá no quedan croquetas, murmuran una madre una nena y un huevo, pasa el olor a gas y se va entre membrillos; mirando la nada que sueña extrañas obsesiones, están todas las croquetas de los muertos escuchando toda la belleza de una mente compenetrada en euros sin perder ni la sonrisa de alelí ni la bombonera multisexual.