Elecho

Raras las caras que no encienden ahora, cualquiera campeón de la farsa cualquiera dentro del cartón de la risa y hasta luego, tengo la impresión que la mirada perdida recupera una croqueta cargada a una familia de nerviosas dentaduras dentro de tres flores de papel a la espera de la bolsa que tape todos los gusanos que están inscriptos ferozmente en el cubilete de su rostro que no sirve para nada, pinchos tricolores como iluminados sorprendidos por colmillos llenos de lenguas deseosas entornadas, sensual penumbra que ilustra exactamente un euro con cincuenta y nueve segundos y catorce horas y nieve y tres con diez y uno cincuenta y nueve y no cuadra esta mesa y dame pan dame el 50 % y cargalé una brochette y un taxi para novotel para la siete y bueno, hay más, ya viene ayudante de camarero 104 una mica y hay que esperar, sin saber la enciclopedia donde esta su ropa de cama, sin nadie que recupere el silencio, escuchando el amor de una telaraña, las matas de fulanas y menganos que hacen cola en la punta de un verso de salón y la mugre que dispara una cosa y quedan calladas debajo de una sardina dos cucarachas en un retraso de abismal gesticulación de la sed.