Sunday, August 31, 2008

Bartolo

Gustav Verturkur iba por la luna por encima de los zapallos y temía perder el albún de Mexico 70 que tanto le había costado en las batallas por un cigarrette con su tío Enric Latchinián que desde el fondo de los edificios con sueños lo invitaba con una copa de Sidra "La Gijonesa" para estar allí otro domingo. Le preguntaban por las notas, por la melena, por el barrio, por las mujeres, por su novio ortomolecular y siempre intentaba ser discreto, no quitarse la peluca, no tocarse los pechos, no retocarse la nariz; siempre intentaba no gritar de placer en la casa de la abuela de la noche pero la cama estaba loca de remate y el parquet era sexo apenas lo veía entrar al agua de la cocina como un barquito de papel donde iba hacia la respiración de la oveja "Bartolo" que el abuelo tenía como ama de llaves y los dos o los tres según el placer iban entre los coliflores del tiempo flotando con las bocas y las lenguas unidas en silencio total sobre la respiración derretida en los brazos de una pompa de jabón.

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