
Como de la enciclopedis del universo, como una prueba de chocolat, como un temblor, como un beso negro con lluvia de oro y en cambio no hay ese salmón que pintaba con el MOët Chandon, no hay récord ni diploma y es algo que deja ese temblor durante la soledad de la miseria y el silencio lleno de camareros extras se encarga de las palanganas llenas de ravioles de tofú y de pintarle los ojos a la oscuridad y que acepte como una buena patada en los dientes ese tufo a buñuelos de cocaína de su beso de acetona del amante que quiere dos mesas y que te espera con los teros en las cañas del alambrado de las croquetas que te extrañan gazpachos.
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