UNO

De un momento a otro la puerta quedo atravesada por una guadaña del tiempo y sus asaltantes y el corredor, sobre todo el ventanal, el número uno de alpillera de la pensión de la señora de Erevan me encajo un cortito con el codo en dos bombones sin vaselina de tristeza que duro poco en las elegantes nalgas amarillas detergentes lubricantes y en los diferentes carburantes de este sprint de mandangas de los sentimientos abrazados de la cintura de la banda de ánimos que pasan factura llenas de ojos narices bocas y orejas y sanas conversaciones. Quiero besarte los ojos de risas esplendorosas capturadas en el cerebro que te escribe porque no sabe que puede hacer para parar de escribirte en este pedestal jazmín pastel de la mentira y la verdad que el arte abraza en dos huevos fritos con patatas y pimientos del padrón como una chicharra entre ese escenario de adoquines de la mentira en el sexo de la conversación y poder morir nacer entrar en su pasta dental y volver a escribir entrando en otro bavarois de fresa prendiéndote un cigarrillo. Vós me estrenas los escritos que salen en el aire que te toca una mejilla a través de los mundos, ahora tengo que desconectar este toillette public desde este desnudo y dejar esta columna que es perezosa y es un perro invisible.