Saturday, July 05, 2008

CALLE MANUEL HAEDO

Pensando tendría pocos eneros cuando iba y venia por la calle de la barraca hasta la escuela, pasando cada día por el albergue para citas de miel con parking y servicio de rodillas, y años vivimos en esa esquina invadida por la ternura de los paraísos de la calle y sus barandas picantes. Barandas de medio oficio con lluvia de perros, de medio pelo con cocktail primavera en la espalda, de media hora con visita a la fortaleza y contra reloj con una prolongación de aquellos otros segundos llenos de segundos hasta llegar a los 57 minutos. Y fue en esa calle de la poesía de la vida privada y la muerte que en los carnavales yo la ví pasar hacia el sol desnuda y me beso la sien y volaron mis huesos entre los fantasmas que te quieren eternamente y ahora el asunto esta en recordar un instante entre los musgos del tiempo aquel olor de los lecheros y sus visitas médicas que te detienen el corazón el resto de la entrevista; por decirlo de algún modo, ahora seguro que usted se acuerda de "la vasca", la confitería, para que se aplique el pensar en otra cosa en esta bestia de instante. Pensar en otra cosa. Y no se qué, quién esta dentro de este que escribe que no me ve, ni me pide la cuenta, ni me dice nada.

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