Tuesday, March 27, 2007

Setas y mejillas

A una altura de las horas que son para la siesta,
entran los vecinos a comerse las bendiciones y las penas y
el profundo calor y el impulse de la quimica del conventillo
de todos los habitantes del 1950 de la calle Brito del Pino...
todos se juntan en la cocina para escuchar en la "Spica" el partido contra Brasil
entre buñuelos de algas y vino tinto de "corte y confección",
se apretan los perros como brochetas de setas y mejillas y
es impresionante el desastre de la defensa charrúa, entrá Ademir pasá
á bola prá Chíco, Chíco prá Friacca, tirá é goooul gooouul du Bráaasilllll,
explotá ou estadio ou estadio vuela por los aires verdeamarelos,
la samba sale al aire, lo envuelve como una feta de "presunto" y
aparece el Doctor Obedulio para reclamar un posible orsai,
los otros vecinos estan quietos como momias entre la multitud y sigue,
sigue la tarde con su labor terapéutica, suspender el carnaval,
provocar infartos cariocas, escribir la página mas triste,
crear el silencio mas grande de todos en una final y
las llaves de los autos destinadas a los brasileros se sacuden de su guante de seda
cuando empata el Pepe Schiaffino -comienza la hazaña- y minutos mas tarde
nace el relato de gool mas emocionante de la historia de Carlos Solé...,
Julio Peréz a Ghiggia, Ghiggia a Julio Peréz, Julio Peréz a Ghiggia, escapa de Bigode el hábil extremo derecho uruguayo, entra al aréa,
vá a tirar, tiró, gool gool gooooooool uruguayo y ahí los vecinos
quedaron mudos apretados llenos de moretones hincados por ellos mismos en silencio
esa tarde lejos de Mamá, Papá y el dentista de mi novia que era católico como mi tiá
y empezaron rezando juntos con los otros vecinos que eran diferentes pero no se metían con nadie y contagiaban un aire de asesinos de pederastas incomprendidos en serie cuando pasaban todos juntos, pero sos todas cosas sueltas en esta brochette que uno las dice y las exagera producto de las enfermedades de la ternura que casi siempre esta en veremos y no todo esta perdido, los vecinos son mi vida, este reiki,
este diente de leche, el zurcido de la nariz, los 17 puntos de hilo de pescar en la cabeza, un ojo roto, un precioso cuerpo y sus palabras que estan lejos, llamán al manicomio, para decirle que falto el camarero y que no se viene, esta suelto por otro mundo y muchas cosas más de los vecinos que le fascinaban, sobre todo ella, ella que sabe todo y no sabe que yo vivo todo el día por ella y nadie más sabe nada y por eso estoy aquí, en esta vitrina de otra ciudad donde veo que viene al bar con Juan y pide siempre una bañera repleta de flores para sueñe contarle cosas, deseos, porque en esta ciudad falta un lugar mas allá del bar, donde te espere, donde te destornille las chapas de aluminio de tus premolares, saque el zinc,
y en zig zag te huela llegar y ella, la ciudad mientras insiste todas las tardes y
se emborrachan dentro de mi vientre de setas y mejillas con todas las caricias amontonadas en paquetes de 20 cigarrillos
hace tres semanas.

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