Karakeos

Hay pocos karakeos en esta parte del planeta,
otros andan por allá donde salió el Arca de Noé hace miles de años,
otros quedaron por Beirut, algunos muchos en Lyon y unos cuantos
bastantes en barco desde Marsella perdidos en el mar escapados de los turcos llegaron al Rio de la Plata y
armaron sus familias de marmól, de carne azul colgada en el patio, de ovejas, de hojalatas, de ramos generales.
No sé como estarán ahora sus hijos y nietos, donde caminarán, cuáles dulces almacenaran y sí conservan las tradiciones domingueras, los tiempos pasan como volcadoras recogiéndo toda la cosecha ya perdida por la distancia, algunos se encuentran por teléfono, otros quedan en veremos, otros los insustituibles
se ponen al día, preparan salsas y disfraces para el Carnaval
y sale toda la familia a la puerta con baldes llenos de empanadas y cervezas y
vienen los parientes desconocidos con sus mangueras y llegan los desconocidos de toda la vida con mas agua y los muchachos parecen muchachas y las niñas parecen hombres, no es fácil identificar sobre la marcha, todos aúllan y saltan como
enloquecidos por el olor que los sartenes dejan en la mesa y
son caramelos de miel, son la felicidad, un aire extraño, son los gatos enamorados del barrio y empieza a llover dulcemente, la fiesta ha terminado con la carroza de los muertos tirando besos, petardos, estrellas y caracoles.