Cajones

La fina piel de lo que esta guardado supongo en las venas desde su mojada sombra saca este beso este abrazo eliminado este aparente pasar del tiempo con su imbécil papel, comienza este rememorar dentro de uno de esos cajones donde sus manos entran y ahuyentan mosquitos separan cuidadosamente dientes soplan cada mundo verdadero aparentemente como un pez y a través de las palabras de las prendas todas las pasiones ni se miran. La estupidez de la carencia que los sentidos maquillan y dan préstamos confusos y no se puede atrapar esa especialidad, el tiempo y sus huesos producen el trotar del aire, los instintos del plumaje que tarde o temprano dejan caer su vestido de algo terrible o de loza, incluso en lo maravilloso algo raro existe en lo puro algún ingrediente esta de otra manera, no quiere decir que sea un manjar o un asesinato en cadena no se sabe la exuberancia de ese retrato de la abuela, la respuesta la tiene el humo del amor muerto el aire de la rambla el ojo del elefante las varias formas de la enferma razón y sus diferentes artistas, la cosa de la ilusión sigue rompe los silencios ocurre de repente sucede con la lluvía habla sola la cosa en la oscuridad en un mensaje de navidad muerto esa cosa sigue porque seguimos vivos en la sombra de los muebles en esos cajones esos estantes esos escritorios donde los vidrios nos devoran después del almuerzo, se siguen imprimiendo más dulces, el divino monstruo del deseo sigue bobo, su silencio espía la realidad suspendido como un nabo y desde el aire entre las escobas del abuelo como un niño empieza a descender hasta tu cama.