Ladrón del tiempo.

Bolita quién soy yo dice el sordomudo en bicicleta con la once del Rayo Vallecano y arranca el episodio de los tiros y de las dos lucas, el ladrón del tiempo con su debido respeto, los aprecios de frente, los padrinos, las macanas, las disculpas reconocidas, de acá del corazón señala y ojo con hacerle algo, todo de acá señala, sale el terrible chorro de lechón que va y no va porque lo pueden dormir, lo pueden tirar a los tiburones con la ensalada rusa que sobro el 24, el taxi de la vida que regresa al hotel, el espejo putrefacto donde uno nace de este aluvión de inclasificable lectura, las historias con sus maneras que matan, la mente sobre el arpa, los cisnes y los papeleos, la larga duración del tiempo que nos enseña a ordenar todo, alguien destruido, las pastillas para la presión, redelicada presión que no tiene ni idea de la ingle ni del cateterismo.