
Tal como ocurre solo una vez, como aparecido por la luz de millones de cerebros infantiles zurcidos por sus manos de abuela negra nos junto el mercado del puerto y de entrada conectamos el gigante encuentro con el solo Rondeau entre calamares, otros ingredientes y comensales, me hablaba silenciosamente, me dijo que no la pierda a la morocha, que tiene cara de buena persona, que son buenas y que él se había equivocado con una rubia que se le fue con un alumno suyo dejando caer una risita en el plato y que la cuide entre bocado y bocado que no la pierda que no le mienta y en todas su formas me miraba desde otro siglo y hablaba bajito del amor, de cumplir, de la verdad, de encontrar el verdadero significado de la vida y me dijo entre su abadejo y nuestras miniaturas me dijo, hay que comer pescado por lo menos dos veces a la semana y no la pierdás con su mirada de dios, aguántala me dijo; la peor tortura es estar solo y es la verdad mas grande que escuche, ahora en este momento trato de dedicarle un petit homenaje a sus palabras a los minutos que la vida nos regalo y ahora sale este texto que da vueltas por mis dedos que le escriben este saludo como un agradecimiento a sus palabras llenas de penetrante soledad.
1 comment:
Doctor Enrique, todo un caballero y me besó la mano cuando se despidió y tal vez algún día, volvamos a encontrarlo...
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