¿QUÉ TAL?

Voy con él en el avión casi llegando a Marte por la rambla de su piel y ni se mueve, abró los ojos entre el ruido a silla eléctrica de las nubes, y algo dentro de mis amalgamas me levantan en la pantorilla, me pone el cielo el babydoll de hojas de parra rellenas de bulgur y me acompaña la telaraña de cada despertar para salir de la otra cama del baño hacia el grifo del sol que estriptira sus brazos como rozando el triple sandwich del sexo que espera su luz y me toca como una ballena con ganas de armar una obra teatral. ¿Qué tal? pregunta el Nesquik cuando entra en la cama solar dos minutos antes de girar hacia su taza y girar dentro de su boca de puro deleite como una figura de espinaca, una bestia de cuidado, un caballo de cucurucho, una masita de anís entrando en su gatito de mermeladas, mastúrbando el azúcar toda la cabidad bucal y espantando a las cucarachas que vuelan como travestis borrachos a las afueras de la mesa de los fascinados besos entre las gotas de leche que toman el vermouth entre los susurros alcohólicos de los fascinados nerviosos besos que te aman, estan locos por vos y se acurrucan en tu garganta y se sacan el calzón.