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Caramba con las menestras que se reciben encantadas desnudas en sueños o en terapia con apurados novios para tratar de dejarlas escritas apenas uno baja al puente secreto de la vida y parece que vienen encantadas por llegar a sus caricias sorprendidas masturbadas en el tiempo entregado al sexo con la almohada como amante de su nuca respirando el olor a sexo sobre India, Rusia y China, a un tiempo que no tuvo su polvo glorioso, a duras penas a gotas en el baile del encanto a veces sin besos, sin sus caricias escondidas entre jadeos escondidos pegados a su cuello que ahora se acuesta para probarlo, para matarlo como un animal desconcertado y se pegá con miel en sus piernas, se pone a beberlo, despacito lo empieza a tragar con los husspuppies puestos, se inclina para cerrarle los ojos con el orgasmo que cierra los ojos, parpadeándo tres dedos sobre su higo recién condimentado para que entre el placer y sus matones a follarlos como nunca nadie lo hizo.