Servicio de sala

El salón se fue llenando de ositos de peluchi disfrazados de jirafas,
las mesas se llenaban de generales con sus peluqueros,
Aramis observo que le hacían señas desesperadas de varias mesas,
las manos agitaban el aire como saludando a un barco, un dirigible un lápiz de color, que era ella,
Azucena, su compañera del turno de la noche, camino hasta la entrada
para ver la cantidad de bocas que esperaban su mesa
o esperaban una mirada entre las tortillas de atún que fueran su mesa con ojos a punto de explotar cuatro dientes delanteros
envueltos con los minutos interminables.
Iba de un lado a otro doblando mesas, como un plato volador,
sonriéndole a toda criatura de Dios?,
invitado por la inmensidad del encuentro,
la vío venir patinando entre las mesas
parecía una sirena, estaba toda de pistacho,
cuando pasaba los cuadros mojaban las paredes,
el camarero se acercó y le preguntó como estaba la comida
"una copa de cava", contestó y le dijo que se iba a la terraza a fumar,
a tomar un poco de aire, ver pasar a todos las criaturas con sus gondoleros,
hasta que toca su "cumparsita" el final, salen las cortinas a bailar,
otras luces sacan el adiós en andas desde la cocina, las mesas desocupadas
colocan el silencio entre las sillas apiladas.
Bona nit.