Esa noche

Esa noche antes de subir por el pasaje de Torreblanca,
vi que venia con un elefante y que entraban a la panadería y
pensé en comprar una baguette pero me hice una guiñada
interiormente mirando el aire que mueve las cortinas y
las caras rematadas desalojadas de las casas y sus comedores y
sus muebles que te guiñan desde el interior como recién llegadas al pueblo
y parecen enamoradas al verte pasar con tus perros.
Esa noche soñaba cuando me desperté y en la oscuridad te vi en una casa desconocida
y esperaba que me vieras pasar entre los intervalos del placer,
pensé que ibas a agujerear la lona de plástico del paisaje camuflado,
para darme la mano para que te abrazé y te acaricie dulcemente,
pensé que los ojos cuando revolotean todas las bocas rozan sus yemas y
al mismo tiempo siguen con muchas esperanzas puestas para afrontar los disgustos ocasionados por el vicio de la ternura con sus dolores de cabeza.
En realidad el fondo de la suela asoma sus garbanzos y el mundo sigue su
marcha fúnebre su deuda con el bosque con los delfines y con el silencio,
la campana del monasterio apaga con su sonido el ronquido de la ciudad,
al cabo de un rato traté de dormir un poco más y cuando la lluvia empezó
su soneto de garcilaso su merengue su hip-hop, ví al gato asomarse por la ventana de la cocina con un escarabajo en la boca.