Wednesday, November 01, 2006

Osito Peluchi

No sé si este es el mejor debate parlamentario para esto
que es un moco y para esos segundos donde asoman
desoladamente los restos de cuerpos hechos flan de coco.
Debajo de las conchas de la piel se mueve un pueblo, aparecen las caras,
camaleónicas métres cocineras de la navaja y de las fiambreras,
encontrar la aventura espacial que se tiró del piso doce,
el espejo del ascensor fue el último que hablo un poco con él
se supone que se desintegro por la locura,
los regalos que la muerte te invita, se levantó cuando la alarma empezó
su cagada de pato, el osito le pregunto adonde iba, le dijó que iba a la escuela
a buscar un papel para cambiar al niño de horario pero nada mas,
cruzó el restaurant, tomo un poco de jugo de pomelo, se miro por ultima vez
las manos y saludo a tu foto, subió hasta el doce y se fue a la terraza
para sin mirar lanzarse al vacio como una bolsa de basura,
dejar destrozados tres cables de una parabólica en su primer tour
y despertar de golpe los flashes de las fotos de unos turistas
que salpicados por los sesos, parecian carniceros.
En la lectura mas o menos positiva de la cosa, en la que no terminamos
de digerir equis inmundicia, el camarero busca en el huerto flores para
decorar los helados, en ese bosque lleno de muecas congeladas el cliente va,
van ellas con sus moretones escondidos, ellos con sus babas rojas,
zizagueándo entre las tendinitis de esas caretas los containers de la risa,
unica prostituta con verga que sale a escupir a los asesinos y
en esas venas a punto de salpicar, vuelan las miradas con sus erpes
como pétalos anaranjados.

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