El viaje

Verdaderamente linda, dulces ojos, cosas como las antenas de una mosca, semejantes lágrimas de panchos, un novio de la nada, lleno de oro y un sofá con una cabeza en la mano, cuadros toallas medias vitrinas ballenas lobos vestidos vagones familias dientes edificios diferentes pedazos de quesos, la sonrisa del tiempo en otro queso en los labios de un dedo en la pecera que parece una banana, el piso superior del amor viajando en una pelela del Pato Donald, el status de la mentira con el breve vestido, la poca cosa de una máquina de coser, la otra sala de la telaraña de cada cerebro hecho para puré o paté, me quedo con esa foto, en un balcón ella volando o el edificio volando y la noche pegada en su viaje en sus hombros llenos de paja, el faro que te mira, me saluda me invita con la muerte y me paro para verla, ya no se ve nada, va volando bien en lo alto del ascensor del confuso olvido, va con llaves con una canasto lleno de antenas va volando, va como otra persona que es ella tomando sienes de los cuadros en sus hombros de varios platos combinados entre sí con un desolado rol, no conozco su risa y el aire sabe que las sonrisas de otras vacas son de un amor a nadie, no debe perderse de vista este invisible dormir, el arbol no sabe que hacer, come una galletita eléctrica con esto que escribe, un grupo como de 252 elementos algunas noches deambulan por el mundo, se cruzan en algún punto las palanganas y encantadoramente seria su cara de Angenscheid prepará las frutas, corre el vagón 7 prepara el café, abrigaté esta frío, los ojos de Helena Rubistein colgados de dos peces de la noche en un juguete, una taza de leche, la ropa de los loros la crema Selby y el mismo idioma ahí en el aire, los pedos redondos de la infanta Elena, las leyes de la abuela japonesa, a lo lejos las otras caras, la artificial delicia de otros ojos que corren en la bolsa con un pollo de la mano, el diverso tamaño de la sonrisa, nadie habla, el viento aparece en nuestras miradas, el aroma mágico.