Saturday, June 23, 2007

La secuestradora

Apoyada en un pretil, alrededor de enfermos mentales,
el cliente espía fuma y bebe y
no sabe que escribir, que leer,
de que charlar y llegaba otra vez el calor
sin poder secuestrar una mirada, una caricia,
cualquier proyecto de deseo;
esperaba ese instante de la ternura
entrando en el corazón como una enfermedad mortal,
como ratas del desierto, como criminales,
temblequeándo las pantorillas de guante blanco,
entrando dentro de él como una multitud,
como un temblor, donde el delirio es su cara de cera,
su sonrisa de espinacas y sacarina,
sus maravillosas trampas, su cara desgastada,
todos sus relatos más extensos tomados de la mano.

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