Sunday, March 03, 2013

Aquella paz

En el espejo de su cara hay mucha gente, como nueve o cinco personas me parece, están todas porque han sido aceptadas en algún papel, porque usted ha sido el anagrama, el camino ardiendo escurridizo del vacío, por eso desaparecidos, nuevos; están ahí me los imagino cada uno en su soledad, los miro me miran se han convertido en la cara al bajar del coche andán en su mesita de peces que están pendiente de usted a veces están perdidos en su hígado y gusta de escribir la adoración de nuestra historia, se pone en pie el aire descalzo suspira dulcemente, el silencio se pasá dos veces la lengua por los labios frente al espejo como si la oscuridad que no se sabe a dónde va juega con los recuerdos sin que ninguno se dé cuenta. Sobre la piel a menudo se despierta su espalda un brazo un hombro de limón sobre algo inexplicable escriba lo que sea a veces se extraña y eso se supone es el teatro esa urna que el mundo lanzó por la ventana sin sorprender a nadie con el sabor de la leche en sus labios en medio de los grandes abismos para abrazarse los segundos o siglos que sean en aquella paz de la última noche regalada por la lluvia y todas sus riquísimas ocurrencias.

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