La almohada no entiende nada

El tamaño de su sonrisa duerme en mi hombro, una vez allí yo me instaló en la vía láctea con empanadas pastafrola y una tonelada de besos, en el pico más alto de la luna empieza esto y desde ese lugar abró caramelos para los dos en el centro de un arco iris, colgamos las alas en algún perchero de nubes, ella es la única estrella azul de mi planetario, no hay otra en el universo, hay pero grises secas extrañas pero como ella no hay otra; la pared del horizonte detrás de los trapos del tiempo se abré, bailando entran niños con cestas llenas de abrazos y mudos besos paralizados de cera con ojos de papel de almendras de nísperos y de muchos colores que mueven toda la casa, no corramos más el tiempo; ya queda nada; empezemos a pasear esta misma noche a cualquier lugar donde nos lleve todo esto, con este aire que llevamos con toda esta ilusión maravillosa encontraremos el mejor camino, la visibilidad se presenta limpia, se siente alegre con todos los sentidos que brillan iluminados por la sustancia del picor de la ternura y sus nutrientes que viven en el hipotálamo y te detectan y abren cualquier distancia y se arriman a vos de día de noche desde el agua desde el fuego desde un mensaje una llamada una mirada, te tiéndo las manos cada dia cada noche, cruzó los dedos con ella, con un dedo tocó la pared donde sale tu cara, te susurro algo te doy los buenos sueños y me duermo; la almohada no entiende nada.