La quinta de Bartolo

Salen, vienen solas las salivas, hablo exactamente de los encuentros, fosforescentes
de los seres que la habitan y que se duermen entre las carcajadas, se trepan de las camisas, como bobos se despiden de los vestidos, de las ollas de las improvisados dientes de caballo del deseo,... divinos manjares que como locos se transforman en enormes huevos rojos, en fin estimada clientela de este petit-déjeuner, en alguna hoja se quedan toda la tarde , a veces se quedan a dormir, vienen con cuentos, todas estas cosas que pasan en la habitación hacen que todo tenga un ambiente mas familiar, no sabemos que hacer cuando estamos solos, deambulamos entre los pétalos
que van dejando los silencios amontonados como expuestos a la mirada de los amantes que charlan a veces como niñas.