Ataque de mimo

No llueve torrencial..., para nada; ataca la distancia su piel tibia como un tic, de esta manera expreso sin parar voy hacia sus codos de india, así entre nuestras manos separadas juntas por el mundo parece otro planeta este que respiramos visto desde una roca, parece una mujer alada desnuda gigante encima de la lluvia flaquita este atardecer que mira mi cicatriz, voy por Villa Española voy entre dos aguas un día de cambio de otra escuela en mi país de otra cosecha y de otro campo voy con sus ojos; ni vencedores ni vencidos dice la nueva presidenta, el gris del cielo se me mete en rodajas en las quechua, la alfombra saca hilos de agua que caen de la claraboya, nuestra historia rica en proteínas y minerales continúa, soñamos juntos, volamos en la alfombra de dos pisos, ella tiene el mando de la luz, de la hora, del silencio del primer bocado, de una aspirina, de la lectura de Felisberto, del despertar como suspendios en la parte alta de la alfombra, ella tiene el soporte para el microondas atado en un hilo verde, yo tengo que conseguir los tres fischer número 12 y así entre boniatos papas ñoquis y aviadores así me dormí; sin ver el desfile del viento con sus pelucas que saltan en las horas y desde el sueño te abrazan un tobillo y entre ingenieros que siguen comiéndo pizzas y calzones y chivitos le muerdo la primer capa de su piel y la segunda y así llego hasta la cuarta y nadie se entera de que vuelo abrazado a su tobillo de sinfónica de tambores y apenas me duermo tomo la medicina deseada de su piel para parar un poco este tema de la distancia y del ataque de mimo que viene a cada rato, es bravo, las escaleras están inundadas de miradas que dejan una ligera sonrisa, el sistema eléctrico funciona bien, ha parado de llover, el sol ahora esta con ella en la plaza detrás de donde llega mi vista y todos los sentidos proponen vernos cuanto antes para poner el estante de la cocina.