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Caballos partidos al medio sin nombre entran a comer y se marchan, no pierden tiempo, se internan casi fulminados y se miran y brindan las paltas y pulpas que no precisan ni masticar, es como una pamplona, un higado a la tela, zanahoria rallada, panceta, jamon y papa de plomo y negocios que quedan para la historia y salen en las conversas que la noche presenta como Gardel Leppera y Zitarrosa, estanterias de hornos para pizza, contadores compañeros de la escuela que se vuelven a encontrar, los repechajes de las manos prontas con las transformaciones que no cierran y hay algo que le decia que no, algo no le cerraba y se fue a buscar mondongo y agua sin gas y como 870 raviolones para los locos de otros platos.