Carta a Melchor

Siempre te esperamos a comer los domingos, todavía la rendija está pintada de nuevo, de blanco, y parece que nos mira, con los ojos huecos y las cáscaras de los renos, y además los sacaba y ponía de raíz, buscando las compras navideñas.
Por todos lados pendían cristales y zorros y gnomos con lucecitas en el interior, con margaritas, mascarillas, gente que bailaba con solo un ala, arroz con monstruo, granos de un ser desnudo, vino de moras, las casas campesinas, perros, gatos, murciélagos, parecidos a Peter Pan, cada uno persiguiendo a su perseguidor color crema, y alguien invisible comentó como se salía de las caras bermejas, se multiplicaban los falsos casamientos y las fiestas sexuadas, a través de una rarísima ceremonia. Iban de peluca rubia, rosada, color oro. No, es blanca, blanca, blanca dijeron otros. Y no sabemos quiénes porque no había otros. Y alguien invisible comentó otro arroz con monstruo y a nada.



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