huevos fritos

!Señor Ferrán tiene una llamada de Natalie!,
-viene parece con Uriol y Jordi- viene para
hilvanar de momento sin éxito el rumor del amor,
los primeros aperitivos, las virtudes de la amistad descafeinada,
los sabores favoritos exterminados entre los animales que
continúan teniendo mucho cariño al foie.
Y pasar por el Bar practicando con asiduidad,
el ritual cremoso de abrirnos los labios para que entre
el couland de chocolat con sus medias marrones y su camisa amarilla,
que rica la pizza, que sabrosa compota, que sexo la ventresca, que gusto sus mejillas,
que gusto a leche, su rebosante encanto, su caparazón de papel de arroz,
me acuerdo que el animal estaba allí, pensando donde actuará, en cual teatro,
donde te buscará, entre las naranjas, te recontrabuscara entre el flan de coco o
el de naranja o el de limón o el de pasas, entre las botellas de vino,
entre los 70.000 clientes que te piden una caña por ejemplo, una mosca, una tarántula,
una piedra, que le calientes la sopa,
y le des una sobredosis de ternura el domingo al mediodía en el paseo Gaudí y que
sepa que pensas constantemente en sus manos de pana, los instantes de gamuza de su encanto
bamboleándose entre los muslos cada vez que llega y los ojos se convierten en huevos fritos con patatas
y jamón ibérico.