La luz del elefante

Entró como un ángel, despertó fotos que estaban muertas; cuadros caminando, su luz llamo la atención del elefante, abrió los ojos de su ventana pasó volando con su luz solitaria sentada en el mar en la ciudad dormida conversando dormida desde el balcón de la cama entre las marcas de otra tos de la memoria de los rincones. El recuerdo siempre vuela aparece te llama llega por todos los espacios solo con un detalle entra sin avisar respira gira flota arrastra caricias entre las sombras gasta el tiempo encantado no reconoce nada mientras piensa que esta en sus brazos en el horizonte y lo sabe todo el mundo y así desaparece quieto aspirando ese secreto que recorre un lugar de sueño frente a un ascensor sin rumbo específico esperando encontrar esa luz que adornaba su cabeza ahora doblada en un cajón como en otra dimensión. La luz se enrollo en su cuerpo adorno todo su pelo le escucho su sonrisa y se sentó a su lado un minuto el elefante, se presento y ella sin mirarlo lo doblo con su mirada y con su olor se lo guardo como un caramelo para comerlo alguna noche como una bestia. Nadie pregunto nada, las palabras entraban se quedaban agujereadas por un codo un rulo un beso la lengua una nuca los dientes el calor de una caricia nueva, todo placer, parecía que nada era verdad.