Esa gran cosa de la vida que es amar.

En este triunfante domingo el puro deseo cambió el aire como por arte de magia y el alma y todas sus hilachas volaron como un plato volador hacia sus hombros de cucurucho, es el gozo del amor y su fascinante mousse de maracuyá, el paraíso de la ternura en toda su plenitud, la belleza superior del entusiasmo y la melancolía de la lluvia torrencial, algo sagrado en el aire ocurrió y se notó en el abrazo, en cada lágrima en el murmurar de la pasión, en el diálogo íntimo de la piel, en el resplandor del amor, en lo gigante del recuerdo en su mirada de tiempo, en lo sorprendente de la noche y la melodía de la lluvia y sus ojos encantados y el gusto de su boca y la generosidad de su perfume de tantas cosas hermosas y la lluvia y toda su felicidad abrazada a el tiempo incierto con toda su dulzura, abrazados como la tormenta entrelazando lentamente dulcemente caricias lágrimas miradas y los corazones en esa gran cosa de la vida que es amar.