
La premier vez de la nata empezó encarpado el calzonete detrás de ese conducto de los ojos hacia ese paisaje de las tetas que estaban en la corbata esperando el couland y se dormía esa baba pensando en ese tajo producido por la locura de la baba que despierta el pantalón, se encerró en la caja de longanizas y empezó a acariciarce los pezones de morcilla dulce y rásuro rásuro hasta el ronquido de ese chorro que empuña la desnudez y salpica la espalda de la clientela que espera la mitjana amanida de pollastre y esa miel de la virginidad con sabor a mandarina de mierda, después el hombre de plástico va apolando para otro teatro de deseos descerebrados y anales, tapado hasta la cabeza, cada sususrro doblado con su correspondiente viento, salchicha y novios y empezó a tocarse otra vez en la noche, en la cama de tantas compotas y arroces, como que le movían las manos de su cuerpo y se acariciaban como mordiéndose los labios y le parecía que lo estaba tocando una mujer, una polla, cosa rara el sueño.
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