Champagne

Se empapan las entrañas de la noche
en su volcán activo, ponen música,
los labios suenan sus pocos asustados encantos,
se dan la vida las personas agarradas que cantan,
logran picotear un rostro con las pupilas y
brindan con champagne, bajan las escaleras y
se toman un taxi para irse como genios
al cabaret entusiasmado de las lenguas
condecoradas en los palcos repletos de borrachos
y sueltan su homosexualismo al baile
del carnaval desatando todas las artes de seducción
en los hoteles del alta rotatividad que no dan abasto
y se consumen en abrazos moribundos normalmente divorciados
como bailarines sintiendo la eternidad, el estremecimiento
del instante, observado por los dioses con sus delincuentes
su paseo por la playa con el previlegio reservado para morir.