¿ para qué tanto ?

No hace falta tanto dicen tres palabras, sin ser detallista el silencio pide una atención sexual entre tanta puerta entreabierta y estrellado de suspiros sale o el sueño se distrae o él mismo sin saber nada deja salir al sueño con otro hombro y no hace falta pedir nada a la farmacia además de otros caños de aluminio y un excelente torso. Bautista miraba un libro sin nada, estaba dormido el silencio entre el respiro entrecortado del sueño que pegado a otro cuerpo de lubricada ternura pasa, se saca la bombacha y apagá la luz y se van hacia otro excelente escozor que el sueño desnuca todos los labios hasta que pasa un brazo de chapa la madrugada, el sol anuncia que pasa una pierna de cármica con otro brazo, se duermen empalados los solos y la neblina acaricia un calzoncillo en un cuerpo de cartón dormido entre sus libros con otro sueño y caracoles y deambulan desnudos los otros que no están y necesiten soñar seguir soñando y esperarte en el hall entre otras espaldas de sorbitos; esperarte sobre la araña de Harrington, estiradas envueltas masturbadas las ganas repartidas en la baranda penetrante del sueño, además de otros servicios, bonitos majos pimpollos de la fantasía parada detrás de tu rubí.