
De todas estas formas mas o menos tranquilas se sigue escribiendo para ver alguna idea caer más o menos revitalizada en este baño de palabras revueltas que en cierto momento son un placer.
A veces se estancan en los puentes del cerebro, entre los chiclés, entre los bichos, no se oyé una mierda tío dice Mauricio tío, no mirés tanto coño, joder, ostia, no se me oyé tío, esto no se abre, como se te nota, me hás matado, me has hecho trampas, matá guilipollas, hay más Jordi, francotiradores en la azotea Jordi, los dos vaís a cagar, Jordi sí lo vemos lo matamos, está en la base el guilipollas coño. Jordi soy ahora una puta rana, me ha matado, me he suicidado pero al menos ha válido la pena porque soy una puta rana que se muere con sus ruleros como tornillos y radios metidas en la cabeza con el gato y el perro cazando moscas en condiciones extrañas a causa de masticar peyote todo un domingo con salchichas peruanas, en una palabra, gente muy rara.
A veces quedaba perdido entre la multitud, entre las horas que siguen siendo prudentes en ciertas cosas y que el pensamiento no se haga el gángster, porque hay muchos resortes internos que no olvidan y solicitan mesa, solicitan su piel, rumores que tienen el placer de compartir un pedazo de su cuerpo devorado por los amantes.
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